Si usas lentillas, sigue estos consejos en la piscina y el mar

2022-08-13 12:13:27 By : Mr. shuifa Liu

La sal del mar y el cloro de la piscina pueden causar más de un disgusto a los usuarios de lentes de contacto. Unas sencillas pautas evitan irritaciones e infecciones sin renunciar a una correcta visión.

El verano es una época de uso y abuso de las lentillas. Los usuarios tienden a llevarlas durante más horas de las aconsejables y realizan actividades que ponen en riesgo su salud ocular. “La relajación de hábitos de uso y mantenimiento adecuado durante las vacaciones estivales aumenta el riesgo potencial de complicaciones”, confirma César Villa Collar, portavoz del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas de España (CNOO).

El mar y las piscinas no son buenas compañeras de la utilización de lentes de contacto porque, según expone Fernando Cansino, vocal de Óptica del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla y vocal autonómico de esta misma especialidad en el Consejo Andaluz de Farmacéuticos (Cacof), “pueden verse alteradas por la salinidad o por el cloro”. 

La hipersalinidad del agua del mar y el cloro que se usa en las piscinas como biocida para evitar el crecimiento de microorganismos provoca irritación ocular y posibles  alteraciones en la estructura molecular del polímero (plástico) con el que se fabrican las lentes de contacto. Además, tal y como apunta Cansino, “las lentes de contacto hidrofílicas, que son las más usadas, absorben esa solución hipersalina, actuando como un reservorio de líquido (una matriz que necesita hidratación para mantener su estatus funcional, una especie de esponja ) y hacen que su acción perdure después de haber abandonado el contacto con el agua salada”. 

Lo mismo ocurre con el cloro disuelto en el agua de las piscinas, que es “un agente irritante muy potente y un alérgeno conocido -capaz de producir reacciones alérgicas- y que también queda como reservorio en las lentes de contacto  hidrofílicas,  manteniendo su efecto incluso después del baño”. Además, el cloro es una sustancia que puede “alterar  la estructura molecular de la lente de contacto al reaccionar con su polímero constituyente.

Tanto la hipersalinidad como el cloro pueden alterar la microbiota ocular (los microorganismos que residen en el ojo), provocando desequilibrios que pueden llegar a causar infecciones por bacterias u otros agentes patógenos oportunistas. 

Villa señala que el efecto más frecuente del cloro y la sal en las lentillas es “una reacción en la conjuntiva, que es la capa exterior que recubre la parte externa del ojo y el interior del párpado, provocando picor, escozor, enrojecimiento de los ojos e intolerancia a la luz (fotofobia)”. Por lo general, estos síntomas suelen desaparecer por sí solos pasados algunos minutos, pero en algunos casos, “si la exposición al cloro ha sido muy larga, se puede llegar a producir una conjuntivitis alérgica”.

El mejor consejo para evitar las irritaciones e infecciones que puede desencadenar el uso de lentes de contacto en la playa o la piscina es evidente: dejar de bañarse con ellas. Sin embargo, hay personas que no pueden o no quieren quitárselas porque su visión se reduce mucho o porque se han acostumbrado a usarlas en esos entornos. Para esos casos, los expertos ofrecen las siguientes opciones:

Más que el calor, aclara Villa, en el uso de las lentes de contacto “influye la combinación de temperatura y humedad”. La humedad media o alta favorece la tolerancia a la lente, pero en zonas muy secas y calurosas el usuario puede notar sensación de ojo seco. Para combatir este problema recomienda “la utilización de humectantes oculares o lágrimas artificiales compatibles con las lentes de contacto”. 

Cansino añade el efecto de la evaporación: con las altas temperaturas “las lentes se deshidratan más y, al evaporarse más la lágrima, también los síntomas del ojo seco se ven aumentados”. A esto hay que sumar el efecto del aire acondicionado, que “disminuye mucho la humectación, resecando más tanto las lentes de contacto como la superficie ocular”.

¿Los usuarios de lentillas tienen que usar algún tipo de gafas de sol especiales? “El uso de gafas de sol debe de ser obligado no solo en usuarios de lentes de contacto, sino en la población general cuando hay exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar”, responde el portavoz del CNOO. 

La elección del tipo de filtro de protección solar se debe realizar, según el vocal de Óptica del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, “en función de la actividad que se va a desarrollar, y no del uso o no de lentes de contacto”. Así, un empleo deportivo acuático exigirá un filtrado más potente de la radiación, por la cantidad de sol reflejada en la superficie del mar, por lo que para deportes en el mar o en la montaña se recomienda un filtro de categoría 4 (lentes muy oscuras), con el que no se debe conducir un coche. En cambio, para un uso más urbano, e incluso en la playa,  es suficiente un filtro de categoría 3. 

Por otro lado, Cansino especifica que, si además las gafas de sol son polarizadas, “este tipo de filtro asegura una mayor nitidez en la imagen, una mayor naturalidad en la percepción de los colores, y un menor esfuerzo visual, por lo que son más recomendables que los filtros sencillos”. 

Sin una protección adecuada, el sol puede provocar desde alteraciones en la superficie ocular, como la pinguécula o el pterigión, hasta problemas en el cristalino, como las cataratas, o incluso en la retina, como la degeneración macular. “De hecho, algunas lentes de contacto vienen con filtro UV y este año se han comercializado las primeras lentillas fotocromáticas, que se oscurecen más o menos en función de la intensidad de luz solar existente”, agrega el representante del Cacof.

Junto a las recomendaciones específicas para el verano y las vacaciones, conviene recordar las pautas generales de buen uso de las lentes de contacto:

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